Sé que hay aquellos que son repelados por todo este despliegue navideño, que opinan que es un sacrilegio, y que para ellos representa un ofensivo paganismo, aun una odiosa exhibición irreligiosa. Pero, francamente, no entiendo sus objeciones.
Solo pensar en el hecho que en la Navidad el mundo entero se une para celebrar el más extraordinario evento de la historia humana, el nacimiento de Jesucristo en Belén, es para mí un milagro de Dios. Fíjense, el mundo no se detiene para celebrar el nacimiento del más famoso romano, Julio César. Ni aun para celebrar el nacimiento de Carlos Marx. Tampoco dedican un día siquiera para celebrar la hazaña científica más increíble: el aterrizaje del hombre en la luna. Pero para el nacimiento del Salvador del Mundo, tantos paganos como cristianos, ateos como irreligiosos cantan los villancicos, adornan su casas, compran regalos unos para otros, y con incuestionable alegría festejan la Navidad.
Las objeciones a la Navidad me recuerdan el incidente contado en Lucas 19, cuando los fariseos quisieron callar la celebración muy especial que se hacía a Jesús. Cuenta que “la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios… diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! [la frase me suena como un villancico]. Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.”
Este hecho de que el mundo da homenaje a Jesucristo me parecen ser “las piedras” de que habló Cristo. Fíjese que es algo inexplicable que gran parte del mundo celebre la venida de Cristo al mundo —aunque lo hagan de forma inconsciente e involuntaria. Recuerde que pasan la mayor parte del año sin pensar en Dios, sin hacer nada religioso, sin adorar a nada ni a nadie. Pero, al aproximarse el 25 de en diciembre, inexplicablemente comienzan a adornan las calles, llenar sus almacenes de regalos, y a escuchar la música navideña. Aunque la adoración sea imperfectamente, el hecho es que celebran aquello tan especial que sucedió en Belén hace 2010 años. Es, repito, extraordinariamente asombroso.