EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU, EL AGUA Y LA SANGRE
1 JUAN 5:6-12
Puesto que una perspectiva correcta de Jesús reviste la máxima importancia, es fundamental que sea atestiguada. Por ello Juan cita algunos de los testimonios que establecen quién es Jesús.
1. El testimonio del agua y la sangre. El agua simboliza el bautismo de Jesús, cuando el Padre declaró su identidad como el Hijo y lo ungió para su ministerio.
La sangre se refiere a la crucifixión, por medio de la cual Cristo completó su obra.
Agua y sangre son mencionados porque el ministerio de Jesús comenzó con su bautismo y terminó con su muerte
Desde hace muchos siglos atrás hay una enseñanza falsa que dice que Jesús fue "el Cristo" sólo en el lapso entre su bautismo y su muerte. Estos herejes dicen, que Jesús nació sólo como ser humano y permaneció así hasta su bautismo, momento en el cual el Cristo (el Hijo de Dios) descendió sobre él, para luego dejarlo más tarde antes de su muerte en la cruz, de tal manera que sólo muriera Jesús hombre. Los herejes evidentemente hallaban imposible el sostener que el Cristo divino podía morir.
Sin embargo, a lo largo de toda su carta, el apóstol Juan ha insistido en que Jesucristo es Dios y hombre verdadero. Ahora afirma que fue este Dios-hombre Jesucristo quien vino a este mundo, fue bautizado y murió.
Jesús es el Hijo de Dios antes de su nacimiento, en su nacimiento, en su bautismo, su vida y también en su muerte.
Esta verdad es sumamente importante, porque si sólo hubiera muerto como hombre, su sacrificio no habría servido para borrar el pecado humano, no habría podido haber llevado sobre sí los pecados del mundo, y el cristianismo sería sólo una religión vacía. Sólo un acto de Dios pudo anular el castigo que estaba reservado por nuestros pecados.
¿Crees realmente en Jesucristo como tu Señor y Salvador?
2. El testimonio del Espíritu. El Espíritu Santo testificó que Jesucristo es el Hijo de Dios, en su bautismo (Mt 3:16-17) y en su transfiguración (Mt 17:5).
El Espíritu Santo es la verdad, no puede mentir, por eso su testimonio es seguro.
Tres son los que dan testimonio. En el AT se requería este número de testigos para establecer la verdad en un asunto en particular (Dt 17:6; 19:15; cp Jn 8:17-18; 1Ti 5:19.)
Las palabras del v 7 son una referencia directa a la Trinidad y lo que dicen es exacto y verdadero, sin embargo no figuran en los manuscritos griegos del NT; estas palabras fueron escritas como comentario marginal para completar el sentido del texto, y por los finales del siglo octavo fueron introducidas en el texto de la Vulgata Latina. Estas palabras no se originaron por fraude, sino para explicar el sentido del texto. De todos modos en las Sagradas Escrituras se muestra la Trinidad en diferentes partes.
El testimonio es armónico. El testimonio interior del Espíritu, y todo lo que está involucrado en el bautismo de Cristo y su muerte no son tres hechos sin relación alguna. Los tres señalan a un acto de Dios en Cristo para la salvación del hombre.
3. Nuestra respuesta al testimonio. Nosotros recibimos el testimonio de las personas, aunque estas sean falibles (Ej. Nuestro anticrético). Con mayor razón debemos recibir el testimonio que Dios nos ha dado: “que tenemos vida eterna; y esta vida está en su Hijo.” Por lo tanto el que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. ¿Tienes al Hijo de Dios morando en ti? Si es así, entonces tienes el testimonio en ti mismo. El apóstol habla del testimonio interno que tenemos todos los creyentes, Ro 8:15-16; Ga 4:6. No es por medio de una voz interior mística, sino por el fruto que él produce en nosotros, Ga 5:22-23; 1Co 12:7. La seguridad de la salvación es una obra de gracia del espíritu Santo y no tiene origen humano.
Algunos esperan recibir vida eterna. Juan dice que podemos saber que la tenemos.
Nuestra certeza se basa en la promesa de Dios que nos ha dado vida eterna por medio de su Hijo. Eso es cierto ya sea que nos sintamos cerca o lejos de Él.
La vida eterna no se basa en sentimientos sino en hechos. El que cree en el Hijo de Dios tiene vida eterna, por eso los hijos de Dios vivimos confiados en la salvación total que nos dio el Señor Jesucristo.
Sabemos que tenemos vida eterna porque creemos en la verdad de Dios.
Pero el que no cree en el Hijo de Dios, el señor Jesucristo, no tiene la vida eterna, Jn 3:36.
Negarse a creer es lo mismo que llamar mentiroso a Dios.
El que rechaza el testimonio de Dios acerca de su Hijo, en realidad está cometiendo la blasfemia más grande porque equivale a llamar mentiroso a Dios.
No podemos pensar en la vida eterna aparte del Hijo, ni podemos pensar en el testimonio aparte de él. La vida eterna es la vida con Cristo y en Cristo. Esto está enfatizado por medio de un doble énfasis. La vida y el Hijo van juntos. Es imposible poseer la una sin poseer el otro.
Si no estás seguro de que eres cristiano, pregúntate si en realidad has dedicado tu vida a Él, aceptándolo como su Señor y Salvador. Si lo haces así, sabrás por fe que de veras eres hijo de Dios.